jueves, 4 de junio de 2015

El libro de las abuelas


¿Cómo es tu abuela? Y la tuya, ¿cómo era?

La mía era una mezcla de abuela cocinillas, costurera, guardasecretos, moderna a su manera, y más que tacaña, excelente administradora.

La diseñadora gráfica, ilustradora, artista para todo e incluso letrista de canciones, la sevillana Raquel Díaz Reguera, nos emociona con su libro “Abuelas de la A a la Z”, un compendio libérrimo, entusiasta y bellísimamente ilustrado por quien además aporta los textos, de un lirismo arrebatado, en un homenaje rotundo a todas las abuelas que han sido.
 
 
 
 

Mi abuela no tenía nada de bruja, aunque tenía un carácter poderoso y una personalidad firme como sus manos de luchadora. Mi abuela ni era preocupona ni tiquismiquis, eso sí, una perfeccionista al cien por cien, empeñada en conseguir sus objetivos: ocuparse de su hija y de sus nietos hasta el final de sus fuerzas, como así hizo –cuando tocó cuidarla, ni eso dejó que apenas hiciéramos, se marchó discreta, rauda, para no molestar, para que no nos dolieran más de la cuenta sus quejas-.

Háganse con este volumen, mis alumnos de 1º de ESO ya lo han disfrutado. Se han rendido a  sus deliciosas ilustraciones, a la disposición en besos, recuerdos, frases y dichos, mascotas, habitaciones ad hoc,  esencias y bolsillos. Todo lo que son las abuelas, para dejar después abiertas las ventanas a nuestra imaginación, porque cada una de nuestras vivencias a su lado se convierte en páginas de un diario fantástico, ensoñador, mágico.
 
 
 
 
 

Las abuelas de las ilustraciones rezuman sensibilidad, escapan de cualquier categorización, no son ni infantiles, ni juveniles, ni ñoñas, ni frías, ni únicamente cálidas, ni tampoco merecedoras de otro premio que la cara ronroneante del nieto al que curan “la pupa”.

Agradecer a Raquel Díaz, otra más de las numerosas estrellas de nuestro potente firmamento de la ilustración, haber escuchado nuestra petición silenciosa de ocuparse de esas figuras imprescindibles en la vida de tantos humanos. Si no hubiera publicado esta joya, le quedaría pendiente para siempre, y nosotros estaríamos un poco más huérfanos de amor de abuela. En serio, no se la pierdan.

 

 

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