La nave de los cuerdos



Otro chacartonero, a añadir a la lista de libros artesanales editados por el Ateneo Jaqués, mi obra de teatro sobre los sutiles límites entre la cordura y la locura. Seres humanos que en tres actos independientes muestran las diferentes facetas de lo que nos hace ser como somos, escapar de la insania o hundirse en ella irremisiblemente.

Son portadas creadas por Luis Moreno y por mí mismo.


Y aquí, más abajo, otras portadas, de la artista Arantza Álvarez Lascurain, gracias Arantza por querer colaborar, por tu generosidad, me encantan tus creaciones, ¡¡¡¡llenas de vitalidad, energía y color!!!!






A continuación, un fragmento de la obra, la intervención de uno de los personajes, en el segundo acto:



"La Trastos: Siempre me ha gustado ver salir el sol. Cuando curraba en la gasolinera, empezando a las seis, lo veía de refilón durante muchos días del año. A veces era rojo y picaba en los ojos. Otras veces, otras veces era redondo y muy amarillo.
 
El sol, el sol, ahora me despierta en verano. Lo prefiero a la luna. Soy del sol. Tengo ganas de que se muera la asquerosa de la gata, y la pondré a secar al sol. Seré como una de esas negras de los documentales.
 
Me alegro de no ver la tele. No la echo de menos. No sé si echo de menos nada. Antes me acordaba de algunas cosas. Ahora no. No me acuerdo de lo que hice ayer. Será parecido a lo que he hecho hoy. Con el carro a la trasera del hipermercado, a la gresca con la Dientes para que no se me lleve lo mejor del día. El recorrer la plaza, con los mismos tíos que me dicen lo mismo, a los que insulto lo mismo, y si están más borrachos me pegan lo mismo, y salir de allí y no llegar a ningún sitio, y callar debajo de los cartones, porque ya se ha hecho la hora de dejar que termine la jornada.
 
Prefiero pensar en el sol, en el sol del pueblo de la abuela, nada que ver  con este miserable arrastrarse del sol de la ciudad. Entonces era un sol que calentaba el doble. Era el comienzo que no veías porque era demasiado temprano, y que te metía a trompicones en la noche, antes de que a voces te avisaran de que estaba la cena.
 
Me gustaría prepararle la cena a alguien. Hasta a la asquerosa esa de gata le he preparado algo de cena. A mí no me la prepara nadie desde hace tantísimo tiempo, que no recuerdo cómo era. O mejor, sí recuerdo a mi abuela Trini, a la que recuerdo siempre trayendo la cena al salón, con las manos llenas, con los platos llenos de comida, humeante; a mi madre no, mi madre, la muy asquerosa, la dejaba en la mesa de la cocina para que fuéramos a buscarla.
 
Esta rabia tiene que ser porque ya en realidad nunca ceno. Cenar era cuando nos juntábamos en casa. Cuando se había hecho de noche y antes de ver la tele, metíamos el tenedor en la fuente de ensalada, y se olía el pelar de las naranjas, y teníamos la seguridad de que llegaríamos también juntos al siguiente día. Ya ni guarida tengo, para qué pensar en el sol, con estas pintas, en esta mierda de sitio, con la dichosa gata que no encuentro, y qué más me da el sol…"

 





Una vez más, resaltar la excelente labor del Ateneo Jaqués, y los chacartoneros sólo son una más de las muchas iniciativas que hacen realidad.

http://ateneojaques.blogspot.com.es/







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